martes, 31 de agosto de 2010

Puertas que se cierran

Cerrar da mas miedo que abrir, porque la ilusión, cuando se cierra, ya está muerta. Uno ya conoce lo que vivió, ya pasó la prueba y por eso pesa la puerta que se cierra, por saber que lo anterior ya no nos pertenece más que en los recuerdos y que lo viene es una incógnita. Está bien, la vida se trata de abrir y cerrar puertas, de animarse a entrar y salir. La vida se trata de llorar cuando algo se abandona, de sentir el corazón más frágil y los días más pálidos. No pasa nada. No pasa nada si después estiramos la mano y abrimos otra puerta y otra y otra más. Si dejamos de esperar el ascensor y subimos corriendo por las escaleras. Entonces, Guatemala va a poder repetirse con la misma ilusión y la misma fuerza, con la misma carga energética con la que llegué aquel verano pasado. Es cierto, la huella queda, porque nunca va a dejar de ser mi primer hogar donde sola, aprendí a quererme. Por más que ya no sea más que una calle de adoquines, entre malabia y armenia, una calle calma que me abrazó fuerte, por más que ya no no me guarde, antes de cerrar puedo suspirar mansa y sanamente, porque con mis pájaros enfermos y mis cables enredados, con la música y el sol en la ventana, Guatemala me enseñó a quererme, más allá de la densidad de los días.

viernes, 27 de agosto de 2010

La terapia no sería terapia

Sin un golpe como este:
"Tenés un touch de histeria que te queda lindo"

jueves, 26 de agosto de 2010

No Macri. En serio.

"Vos no podés tomar algo que no es tuyo, como una escuela. Vos podés, a lo sumo, tomarte una Coca Cola que tenés en la heladera."

miércoles, 25 de agosto de 2010

Por esto me gusta Bolaño

Aún hoy, cuando enciendo la tele, por la tarde, cuando ya no tengo nada que hacer, me parece ver en la pantalla a la joven delincuente que una vez fui pero la visión no dura mucho, sólo el tiempo que tarda el aparato en encenderse. En esos segundos, sin embargo, puedo ver los ojos de la persona que yo fui, puedo ver su pelo, sus labios desdeñosos, sus pómulos que parecen fríos y su cuello que también parece de mármol frío y cuya breve visión consigue casi siempre helarme.
Una novelita lumpen

domingo, 22 de agosto de 2010

Agárrate fuerte a mi


No puedo dejar de amar esta escena.
Quiero bailar con mi papá, toda la vida.
Como Ana, al lado del mar.

viernes, 20 de agosto de 2010

Que va a hacer


Lloro. Estos días lloro mucho. Me siento en un banco de la plaza a la hora del almuerzo y lloro, me acuesto en la cama con la luz apagada y lloro. Todo me provoca lágrimas. El abrazo de él, el verano allá, todo lo que ya no tengo. Y da calambre, porque lloro a lo Girondo, con la nariz y las rodillas, a chorros, por la boca y el ombligo. Lloro a lágrima viva. A veces mas desmedida, otras recatada, el llanto es llanto en todas sus formas. No me gusta dramatizar pero me pongo esa canción, a esa hora y a oscuras y la angustia parece martillarme el pecho, parece querer romperme y atravesarme. Y digo basta, no te banco, así no se puede. Pero lamentablemente es así porque soy mujer y tengo ese tanque de agua interno que se va llenando de a poco hasta que en un momento, desborda, estés o no menstruando, estés o no echándolo de menos, estés o no susceptible. No hay mucho que hacer más que mirar a los ojos a ese fantasma sensible que toca la puerta a cualquier hora, abrirla para no tragarlo, hacer lugar en los pulmones, empujar el diafragma, apretar los músculos y llorar. Buscar un hombro amigo o meter la nariz en un pañuelo es una buena manera de minimizarlo, pero el llanto, llanto es y mujer soy y seré.

Escuchar para entender

miércoles, 18 de agosto de 2010

Porque el presente es eterno, ella duerme. No se preocupa, no se detiene. No hay por qué peinarse el pelo, cepillarse los dientes. Ella duerme. Se desprenden de sus vértices, de todo su cuerpo, unas alas, unas mágicas ramas, como guirnaldas. Y ella duerme. Son sus sueños. Se desplazan, se estiran, se superponen hasta llegar a un río. Se lanzan al agua, chapotean como niños y vuelven, mojados y libres a habitar de nuevo su mente. Ella duerme, porque no hay futuro, porque sabe que los ángeles la sostienen y que ahí, en esa nube que flota, nada pasa, nada duele. Y así, desprolija y eterna, sueña que en su vida, ella duerme.

(Ilustración: Bam Bam)

sábado, 14 de agosto de 2010

Aunque haga frío

Tiene sentido, por más que el frío traspase los huesos, salir una noche en Buenos Aires. Tocar el timbre de la casa de esa amiga que hace poco vivía en Barcelona y cruzar la calle juntas, pero a destiempo. Entrar al Cervantes y sentirse adentro de una película. Subir las escaleras y que un hombre de traje te abra una puerta, la número 20, y te sientes en una silla adentro de un palco. Que lean un hermoso texto de Rodolfo Walsh y que como el frío, te traspase. Ver, luego, como el excéntrico mosquito sancineto invita al público a participar y arma, con su equipo, 3 improvisaciones del carajo. Que todo eso sea gratis, gratis, gratis. Escuchar, al final, la emoción en la voz de una hija de desaparecidos que encontró a su hermana y la tristeza, en la voz de otra hija que sigue buscando. Diez años van, los chicos del teatro por la identidad. Tiempo. Cuánto tiempo más pasará y cuantás abuelas seguirán muriendo. Pensar cómo mierda no les dan el nobel de la paz. Retirarse y adorar los techos altos, los que echa de menos Martín Hache. Saber que tu amiga está feliz y que te diga con nubes en la boca: Me encanta Buenos Aires, antes de colgarse de tu brazo. Caminar y saber quien soy, mientras cruzo la nueve de julio. Pasar por lo de mis padres, al finalizar la noche, y asomarme al cuarto de mi hermano que duerme y ver que en su mesa de luz lo espera ese libro biográfico. Ya era hora, muchacho, me dan ganas de decirle, ya era hora que entendieras algo de la vida de Ernesto. Entonces, rememorando pienso, cuánto sentido tiene salir una noche en Buenos Aires.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Central Park

Hace unos días, cuando las nubes cubrieron el cielo de Nueva York.

domingo, 8 de agosto de 2010

Dar el salto


Querer viajar. Toda la vida. Desplazar el cuerpo hacia otros lugares, renovar los aires. Con un libro bajo el brazo, unas gafas de sol y una máquina de fotos. Al mundo, viajar al mundo y que sin darte mucho cuenta, París entre en tus ojos. O que entre una montaña roja o una orilla redonda de una isla española, la arena blanca de la riviera maya, las nubes de brujas o los neones de nueva york. Que se llenen los ojos de todo lo que captan nuestros pasos dentro y fuera del mar, de los rascacielos, los parques, los lagos mansos, lo antiguo, lo kitch, lo contemporaneo. Que dejemos de desvelarnos a cualquier hora de la noche con el pelo revuelto y el pensamiento incómodo, sentados en el medio de la cama, luchando con la inconformidad de los ajustes. Que nos animemos a mover la frazada y de una vez por todas saltar adentro de un auto o un bus, un tren o una moto, un barco o un avión, saltar y trasladarnos fuera de la ciudad, fuera de nosotros, fuera de la respetable sociedad, hacer volar nuestras mentes y ablandarlas, total, no todos vamos a dar el salto al mismo tiempo y la tierra quebrarse no se va a quebrar.

(Ilustración: Izzy Klingels)