martes, 15 de julio de 2008

Cumpleaños terminal

Cuando era chica bailaba, ahora ya no porque el juanete se lo impedía. Se vestía con polleras largas y sandalias rústicas. Siempre floripondia y llevaba el pelo suelto. A los 20 años pintaba y todavía tiene algunos cuadros. En esa época viajo a Europa donde conoció a Horacio, un jovencito español que fue su marido durante más de tres décadas. Vivió siempre en Bahía Blanca y también ahí nacieron sus hijos. Dio clases de francés toda su vida y sus alumnos la adoraban. Se murió Horacio hace 8 años y desde ese día reina la música en la casa. Y ella canta, y todos los vecinos se ríen y la quieren más aún. Un personaje Marga, la verdad.
El día de su muerte fue también el día de su cumpleaños número 74. Despidió a todos los invitados y se sentó en su butaca nueva mirando al balcón. Cerró los ojos y se tocó con una mano la cara, sintiendo las arrugas en su piel. Luego bajo la mano hasta su pecho, obsoleto, y suspiró. Se miró las manos, las venas como muy salidas. Y se levantó. Fue al baño y vio su imagen en el espejo. Se dio cuenta que ya no era vieja, sino viejita.
Volvió a sentarse en la butaca pero con una ropa distinta. Tenía puesto el vestido azul clarito, muy gastado, que le había regalado Horacio en uno de sus cumpleaños. Siempre apreció ese vestido. Derramo dos lágrimas. Es que estaba recordando momentos de su vida que la habían hecho feliz. Estaba sola y de fondo se escuchaba la voz de Violeta Parra, pero bajita.
Y sintió la puntada de repente y se venía el infarto. Pero alcanzó a llamar a Carmina, la del sexto. Y luego todo pasó tan rápido. Vecinos, ambulancia, batas blancas, hospital. Todo se le mezclaba a la pobre Marga. La ingresaron en terapia y estaba pálida. Ya ni fuerzas tenía. Pero al rato vio que llegaba Guillermo, su hijo menor, con cara de miedo. Trató de esbozar una sonrisa y de parecer lo menos moribunda posible pero estaba muy débil. Igual miró a su hijo a los ojos y le transmitió una especie de paz.
En el mismo momento en que sus hijos se enteraban de la noticia, Carmina hacía todo tipo de preguntas en la sala de espera, sus nietos les preguntaban a sus mamás por qué papá se va a estas horas, Gaspar, su vecino de arriba la lloraba en silencio y todos los demás hablaban a los gritos en la planta baja, había dos que rezaban un rosario, otros tres que discutían qué tipo de arreglo floral encargar, y las hermanas Alonso que estaban aisladas y mudas en estado de shock. Y estaba Claudio, el encargado del edificio, que se preguntaba a dónde se iría la alegría.
Cuando por fin estaban sus tres hijos dentro de la habitación, Marga los llamó despacito y les dijo: "Ya estoy bien. Ya me estoy yendo. Solo les pido que me dejen el vestido puesto y que en mi entierro no se vistan de negro. Quiero que me recuerden con colores.”

sábado, 12 de julio de 2008

Greedy Gary

Don´t leave me, Greedy Gary,
my heart will still be yours.
I´m crying, Greedy Gary,
I don´t want to be alone.

Forget about the mess.
Forget about that day.

Forgive me, Greedy Gary,
my feeling is regret.
Forgive me, Greedy Gary,
I´ll try to do my best.

Lazy Liza

I´m leaving, Lazy Liza,
my soul is not in peace.
I´m leaving, Lazy Liza,
my love is not the same.

Don´t be upset.
Don´t cry a sea.
Don´t try to find me, Lazy Liza,
Don´t call my name.

You´ve hurt me, Lazy Liza,
I´m going far away.
Remember, Lazy Liza,
forget me and let me live.