martes, 29 de junio de 2010

Dejarte



Abrazarme a mi misma, apoyarme en una pared fría. Buscarte, amor, y no encontrarte. Resbalarme en la calle. Masticar arena y escupir trozos de vos. Abrir la mano y cerrarla, ponerme en puntas de pie y caer. Divisarte en mis sueños, torcerme. Rápido, decime: ¿con qué funda te tapo, con qué voz? Decime che, en serio, cómo se hace para dejar de raspar ahi adentro, donde vos entraste y apoyaste tus gafas, donde vos dormiste, donde laten, sin remedio, tus gestos. Cómo se hace para soltar definitivamente la mano de tu dedo, para no salir disparada y correr hasta el fin del mundo. Cómo se hace, dale, para olvidarme de vos.

(Imagen: María Cerezo)

jueves, 24 de junio de 2010

Se animó a decirlo

Después de 4 profundas sesiones, mi psicóloga me miró a los ojos y en un tono ligeramente sutil me dijo:
"Me da la sensación de que no estás bien"

Me di cuenta de algo

El proceso de la escritura narrativa es similar al proceso de la depilación, sólo que uno es mucho más lento que el otro, y el otro es mucho más violento: para tomar la decisión de depilarte, primero te percatás de que estás llena de pelos, después calentás la cera, agarras la maderita, la untás en el recipiente y te embadurnás, ponele, la axila. Cuando se endurece la sacás de un tirón, zas, y tirás el bollo, luego te examinás de cerca con el brazo en alto, frente al espejo y ves que sí, que todavía hay que retocarla, entonces plin, sacás la pinzita y arrancás los últimos pelitos casi invisibles hasta dejarla limpia y blanca. Para tomar la decisión de escribir un cuento, ponele, primero te percatás del montón de ideas que atraviesan tu mente, después abrís el cuaderno, escribís sin parar, como un gran vómito de letras y recursos desprolijos. Cuando se te cansa la mano, estiras los dedos, parás un poco y lo lees para tus adentro y ves que sí, que todavía queda mucho por retocar, entonces plin, agarras la birome y tachás o pones asteriscos y agregás frases o escribis nuevas ideas en los márgenes de la hoja hasta que te decidis a tipearlo en el word y finalmente (después de varios días de leerlo y modificarlo y volverlo a leer) tu cuento queda limpio y ordenado en la pantalla de la computadora. El sufrimiento en las dos situaciones existe, solo que la cera nos hace doler de manera fugaz y el cuento duele, duele, duele, de manera prolongada.

viernes, 18 de junio de 2010

Me gusta el fútbol

Y más después de este partido, claro.

miércoles, 16 de junio de 2010

De aniversarios complejos

Como para que me acuerde de que ya no hay sol veraniego, de que las condiciones climatológicas que acompañaron mis cumpleaños en España ya no son reales, como para tocarme ahi en el medio del pecho: TRUN, la tormenta. Ni viernes, ni sábado ni domingo, ni amapolas ni parque del retiro: lunes de impermeable con capucha para protegerme del aguacero. Ni caipirinha ni Malasaña: computadora y oficina en obra en pacheco de melo. Ni Gran Vía ni Vallehermoso: las mojadas baldosas rotas de la calle Austria. Son 26, son corazón agujereado. Son dos números fuertes que traspasan la barrera de los veinticinco, son la verdadera interrupción de la inocencia. Ya no sos una nena, retumba la oración en mi inconciente. Ya no se quiebra el amor, está roto. Y admito que nubla la idea de agarrar la herramienta y soldarlo, admito que frustra. Pero estan ellas, en esos momentos y en otros. Las bellas mujeres de mi ejército, benditas almas de colores: la que baila y me tienta, la que saca fotos y me endulza, la que imita y me descuartiza, la que filma y me deslumbra, la que cuelga de una palmera y me hace un lugar a su lado, la que duerme la siesta y me haragana, la que acomoda en un circo y me abraza. Bajo la lluvia de junio y parada justo en la mitad del año, pienso en cuanto las quiero. Existencias que alguna vez la vida me llevó a concerlas, de niña, de adolescente, de adulta. Madrid, Berlín, Buenos Aires. Presencias que cerca, me alivian. Después de 3 veranos afuera, tenerlas rodeando mi mesa enclenque, sentadas en el piso con las piernas incómodas, escucharlas reírse a carcajadas, verlas tan pero tan luminosas, es un golpe de felicidad. Yo no pido 3 deseos cuando soplo las velitas, pido uno. El deseo es "pedirlos después". A veces me acuerdo, otras no. Todavía me quedan dos. Y si ellas le han puesto el cuerpo a ese lunes húmedo para acompañarme, yo tambien me inflo y me fortalezco. Yo pido que uno de los deseos sea seguir teniendolas cerca, porque seguro que de la mano de ellas, tarde o temprano, vuelvo a florecer.

lunes, 14 de junio de 2010

miércoles, 9 de junio de 2010

lunes, 7 de junio de 2010

Ella aprende

Ella empieza una semana normal, entra y sale de la oficina a la misma hora de lunes a viernes. Ella prepara comida en un tapper, espera en la parada del colectivo, proclama los buenos días, se sirve café y aprende: a hacer listados en excell, a manejar la jerga del mundo de las películas, a hablar con productoras extranjeras y clientes premium, a bajar fotografías primicia de natalie portman en su last film. Ella esconde en ese ámbito sus pensamientos y tapa con una mano sus ojos cansados y con la otra tapa las humedades de su corazón. No me quemen pareciera gritar con cada gesto delicado, no me quemen. Ella quiere refugiarse y a la misma vez escaparse. Está bien. Te agrega una fila más en la planilla del excell, pero por más pesada que sea la cáscara que la recubre, la suelta y por un momento, camina sola a la terraza del centro cultural recoleta. Se pierde entre la gente que admira a Leonor Watlinng y esucha no solo su voz, sino tambien la de Fito Paez que toca para ella, canta, toca y entrega un furioso pétalo de sal. Y por lo menos con eso tira y con eso, piensa, el mes puede empezar a oler diferente. Junio, tal vez, se llene de flores y alguna, capaz alguna, se intale en el pecho de ella y desinflame de a poco las heridas. Seguramente así, lanzandose al abismo por impulso, escapandose de la rutina, ella pueda destaparse los ojos y la pena, ablandar el alma y jugar con un fuego que no queme. De aprender se trata, que por más ajustado que sea el nudo, siempre hay una forma de desatarlo. Ella, al menos, se puede permitir imaginarlo.