domingo, 28 de febrero de 2010

Frases que escuché estos días

"Al perro se le corta la cola de un saque. Así, Macarena, trac."

"Lo bueno de vivir en Rio, es volver a Rio"

"Yo no soy narigón. Mi nariz es grecorromana"

"On Sunday? I´m gonna have sex all day"

"Si me traes un café y algo para masticar me caso con vos el lunes"

"Acción!"

"La gorda está en llamas"

"The guys from the agency don´t have cojones"

"¿La ambulancia dónde está? Pedile que me amputen las piernas"

"Tulé, tu nombre podría ser el de un personaje de Disney"

"¿Jugamos a las payanas?"

"I like the girls with brown eyes. You know, like you"

"This football match is quite boring"

"Estoy en un 10%. Esa flor me mató"

"¿No me podía venir mañana no? Tenía que ser hoy, en este momento. ¿Tenés un pancho?"

"No se que te pasa Macarena, estás desincronizada"

"Yo voy a tener dos hijos, porque si alguno me sale asi de freak, lo mato y me quedo con el otro."

"Me cago en la puta filmación"

"Conozco todas las capitales de Latinoamerica. Y sin ninguna duda, Buenos Aires es la más bonita"

viernes, 26 de febrero de 2010

Habemus laburo indefinido

Ahi viste. Ahí cuando sostengo el cartel de Jeff Moore o cualquier otro extranjero en la terminal A de Ezeiza y espero. Ahí cuando salen con sus valijas y nos saludamos y digo Welcome and nice to meet you estrechando la mano. Ahí cuando entro y salgo del sofitel de arroyo como dueña de casa. Cuando me siento en la platea baja del monumental hinchando por un river miserable ante el equipo Arsenal y traduzco a los gringos que me acompañan los cánticos que gritan los borrachos del tablón. Ahí cuando un tipo inglés que vive en Los Ángeles y juega al tennis todos los fines de semana en la casa de George Clooney me arranca una flor de un árbol y me la entrega sonriente. Cuando el chófer que me lleva a mi y a los gringos por todos lados me cuenta que tambien le maneja el auto a Sabina en sus estadías en Buenos Aires. Ahí cuando bailo mi primera clase de tango con un turista norteamericano en la confitería ideal o cuando como carne cortada con cuchara. Cuando compro 20 cafés en sturbucks o 15 helados tofi a las 4 de la mañana. Ahí cuando ceno en novecento y entre cuatro personas nos bajamos 3 botellas de vino tinto. Ahí cuando aprendo a decir mother fucking douche bag sentadita en el restaurante del Malba. Ahí cuando tomo más de 2 nespresso por día. Ahí cuando charlo sobre Río de Janeiro con el director de arte de la peli Ciudad de Dios. Ahí cuando alzo mi vaso de quilmes y lo choco con otros vasos diciendo cheers en un bodegón en San Telmo. Cuando llego después de un rodaje a mi casa y esccuho los pajaritos que cantan y el despertador de mi hermano. Ahi, siempre ahí, es que mi vida laboral comienza a desconcertarme.

martes, 23 de febrero de 2010

Podría haberte hablado


Fue después del aluvión del viernes, fue un sábado lleno de nubes, fue un mediodía en una esquina, fue un momento en el que me detuve a mandar un mensaje de texto, que escuché: mirá a esa chica. Y me di vuelta y te vi, anteojudo, con tu remera negra desarreglada, tus manos conduciendo un cochecito, tu hijita, tu mujer de pelo rubio, tu paseo de fin de semana. Te vi, distendido y con una sonrisa en los labios. Te miré un rato la espalda hasta que me di cuenta de que mi bolso tenía un dibujo tuyo y por eso tu mujer te dijo que me mires. Te seguí timidamente para decirte: si, lo compre en Madrid cuando me enteré de la promo de la fnac, no soy española, te conozco, me gustás, me enterneces, entro todos los días a tu blog, tengo tus libros, voy a tus conferencias, enriqueta es mi preferida, te quiero, ¿te puedo abrazar? Pero nada de eso te dije. Te dejé ir, con tu familia, hasta que diste vuelta a la esquina y la calle arroyo quedó vacía. Te dejé ir no más con el corazón agitado por el encuentro que nos desencontró. Y miré mi bolso, y fruncí mis labios porque esas cosas no pasan y menos aún, vuelven a pasar, porque podríamos haber cruzado unas palabras macanudas y no las cruzamos, porque te rocé de imprevisto y no te aproveché. Ahora dime, muchacho de ojos negros y orejas de conejo, ¿dónde te volveré a ver?

jueves, 18 de febrero de 2010

Piropo amistoso

Desde España me escriben:

Me gustaba tenerte aquí cerquita, sabes??

snif...


domingo, 14 de febrero de 2010

Pensemos en flechas. Flechas lanzadas en todas las direcciones. Pensemos en corazones atravesados por algunas de esas flechas. Es el azar el que elige clavar esos corazones y enamorarlos. Y despues de clavarlos, arréglenselas. Duren, corten, sigan, separense. Eso lo resuelven los dueños de esos corazones. Porque la flecha se clava bien adentro cuando se clava pero despues hay que sujetarla para que no se doble, no se oxide, no se afloje, no se caiga al suelo.
Igualmente tengas o no tengas flecha, el corazón late y si es 14 de febrero, late igual. Ahora, cuando la flecha se fue y el agujero todavía no se cierra, ¿hace falta que la calle nos manifieste su romanticismo en todas las vidrieras y los carteles? ¿que la radio anuncie manteles aromatizados y esponjas con forma de corazón? ¿que los restaurantes hagan menús especiales? ¿que las revistas hagan notas del amor sin barreras? ¿que mi tía me regale un bon o bon?
No, no hace falta.
Mejor es taparse los oídos, vendarse los ojos y restarle importancia a este día puramente comercial y cachudo al cuadrado. Mejor es comer cheesecake con arándanos sin culpa. Mejor es guardarse en la cama con la computadora sobre tu regazo y mirar los primeros capítulos de la 6ta temporada de Lost. Mejor es prender el aire, abrir un libro con olor a nuevo, acomodar la almohada y ponerse a leer. Mucho mejor es dormirse y esperar al lunes, que la semana empieza y los problemas del domingo solitario son reemplazados por otros que mantienen a la mente mas ocupada y al corazón mas olvidado.

(Ilustración: Anke Weckmann)

jueves, 11 de febrero de 2010

Por la calle

Vereda de la calle Costa Rica.
Ciclista: A no, yo te mato.
yo: A noooooo
Ciclista: Te mato y te dejo hablando japonés.

Me rei mucho. Ahora lo quiero aplaudir y decirle Arigato.

martes, 2 de febrero de 2010

Santo Llanto


Definitivamente el calor no ayuda a evadir la nostalgia. Los copos de nieve que caen en Madrid, tan lejos que no puedo tocarlos, tampoco ayudan. El aire acondicionado que no acondiciona, la manzana arenosa, la lluvia del fin de semana, las peliculas de amor, el mar con agua vivas, los pozos de las calles, la cola para el pasaporte, no ayudan che, no ayudan. Será la soledad en si misma que una vez que me atrapa me hace pensar en esas cosas o será que esas cosas me resultan desagradables y obsoletas porque cuando las miro estoy sola. Y es que cuando estoy sola sí, se atizan, enseguida, los recuerdos y estos giran en mi mente, giran giran, se atropellan tanto que se rompen, se vuelven a unir, se desperdigan y se acumulan ahi en la frente, y me inflaman el cerebro. Me atozigan los recuerdos, son olas que despeinan, que crecen, que estallan, que suavizan y que vuelven a surgir. Hasta que finalmente se vuelven espuma y así, sin ningun problema se instalan en la garganta para ahogarme, para cortarme sin reparos la respiración. Espuma en los ganglios, espuma espuma constante que no se piensa ir. No ayuda la espuma. No ayuda tampoco mi llanto. Mis ojos lloran, mi nariz, mi boca, mi garganta, mi pecho. Hasta mis costillas lloran. Y mi pulmon tambien, se llena de llanto, casi rebalsa. Y el corazón no. El corazón se seca, se raspa, se agrieta. El corazón se vuelve menos rojo, las arterias se vuelven menos arterias. Corazón rancio, vacío, afeado. Y de repente, llueve. Se moja mi desdicha. Y empapada me doy cuenta de que ningún clima ayuda cuando una extraña, ningún cielo, pero las tormentas de verano son el peor escenario para la melancolía.

(Imagen: Miss Capricho)