viernes, 21 de mayo de 2010

Mediodía para no olvidar

Voy a hacer ravioles, dice el después del sexo, pero no se levanta de la cama. Ella le acaricia la nuca, él envuelve con sus pies los de ella. Entra algo de luz por las rendijas de la persiana. ¿Será feo dia? Ojalá, dice ella, y le da un beso en la boca. Me gusta el olor de tus labios. ¿Nunca te lo dije? Debe ser el tuyo, le dice él sonriendo. Y cuando termina de darle otro beso, ella se incorpora. ¿Pintamos? Y a medio vestir se dirigen a la cocina para hervir el agua y cortar la cebolla y el tomate. Mientras tanto, toman decisiones. Todas las paredes de un color diferente. No! Solo las del cuarto. Y entusiasmados se sientan a comer los ravioles, pinchándolos con sus tenedores dentro de la cacerola. Tendríamos que comprar platos antes de la pintura. Ella se encoge de hombros. Me hago pis. Él levanta la mesa y lava. Cuando entra en la habitación la ve, acurrucada horizontalmente en la cama, como desinflada, sobre las sábanas arrugadas. Ahora que las persianas están subidas hay demasiada luz y su piel parece más blanca. La ventana abierta resopla la brisa de la tarde y nada se mueve, solo el viento despeina ligeramente el flequillo de ella y eriza la piel de su cuerpo que parece de niña. El se sienta en el borde y se inclina para besarle el perfil izquierdo pero se detiene al verle un brillo en la mejilla, una lágrima débil que se animó a caer, indiscretamente y sola. El corazón de el se achica, se seca y se emociona al verla tan hermosa, tan pajarito enfermo y a la vez, tan suya. ¿Qué pasa? Te extrañé. Ya estoy acá. Nunca más te vayas tanto tiempo. Y mientras le acomoda el pelo atrás de la oreja, le susurra al oído: Te lo prometo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Indefinido

De ser nadie pasaste a ser alguien,
de alguien a ser vos
y de vos a nosotros.
Hoy, que ya no sos ese nadie, ni ese alguien,
ni vos, ni nosotros,
sos, simplemente, una sombra que se desliza
aquí o allá, un pequeño fantasma
que guardo adentro de mi boca oscura.


miércoles, 12 de mayo de 2010

So fucking true

Ni García Bernal, ni Depp, ni Clooney, ni Pitt.
Matthew Fox o Jack Shepard, da igual:
Es el hombre más perfecto de la tierra.
He dicho.


martes, 11 de mayo de 2010

Visión nocturna

La señora se tropezó y cayó en una esquina de la avenida Santa Fe. Ahhhhhhh, gritó desde el suelo y ahí la vi pegada al asfalto. Tuve que parar a los autos para que no la pisaran. Ella no podía levantarse, no quería llamar a la ambulancia ni preocupar al marido. Ella quería quedarse ahí acostada, no pensar en resolver nada. Pertenecer a la tierra, desentenderse de la gente solidaria y de las luces de los autos. Morirse, tal vez. La vejez, la inevitable y puta vejez. Los huesos rotos, las venas frías, la voz pequeña. Es un trauma. Qué hacer si no hay manera de prevenirnos. Es un trauma de los grandes. Y la señora es como un pájaro con las alas rotas o como un perro suelto en la noche. Y yo me veo así, como pájaro herido, me veo débil en cualquier esquina sin siquiera voz para pedir ayuda. Me veo muda y con los ojos cerrados, atravesando una calle oscura. Sola, descalza y encogida, adosada al suelo, tratando de hundirme o dejando, simplemente, que la muerte me rescate y con un mediobeso me pase una rueda por encima.

jueves, 6 de mayo de 2010

Pequeño episodio catártico

No se, me mandé al open dc de la facultad de palermo, así, sin pensarlo. A un taller de arte urbano. Para sentir que hacía algo, y porque era gratis.Pero bueno, me fui al carajo. Sentada en el auditorio de la sede de Jean Jaures viendo slides de la historia del graffiti y escuchando a dos profesores que se peleaban por hablar y que repetían cada dos frases la palabra reminiscencia, me maldije. Me odié. Quise escapar y me quedé ahi atada al asiento, fingiendo interés por las pintadas callejeras y sus influencias hiphopperas. Surreal fue lo primero que pensé al salir de la facultad. Hacía frío y enfilé para mi casa. Ni cociné, tenia una ensalada ceasar preparada, con lo cual ni siquiera maté el tiempo cocinando. Me quedaba mucha tarde por delante, mucho miércoles. La tarde vacía me pesaba en el cuerpo, tanto, que me tiré en la cama. Abrí El llano en llamas pero Rulfo no pudo seducirme. Ordené un poco la casa pero ya no había forma de tapar al monstruo. Era como el humo negro de lost adentro de mi cuerpo, incontrolable. Iba a explotar. Me acordé de mi amiga D. , esa que en un ataque de ocio casi se rapa pero no encontró tijera en su casa, entonces salió a elegir colores de pintura para sus paredes y se internó en una tienda Alba. Yo no, yo ya tengo las paredes impecables y el rapto de estilismo ya lo había tenido días atrás cuando en un pispás de ebriedad y trasnoche me corté un flequillo rollinga y desprolijo que me cubre los ojos. Pensé en rajarme igual y comprarme de una vez por todas los clavos y las ménsulas. Pero no me pareció óptimo internarme en una ferretería y pronunciar la palabra ménsula. ¿Entonces qué hacer? ¿Seguir disimulando el incendio que quemaba por adentro o enfrentarlo? Y apenas terminé de formularme esa pregunte me senté a llorar en el sillón, como si con esas lágrimas pudiera apagar el incendio. Sola y angustiada, frenéticamente llorona, parecía una auténtica chica almodóvar en mujeres al borde de un ataque de nervios. Pensaba en el psicoanalisis que abandoné, en el país que abandoné, en los sueños y proyectos abandonados. Y con los ojos húmedos busqué una escapatoria en la página web de la Fundación Carolina. Me voy, a donde sea, a estudiar un posgrado de Gestión Cultural o un master en Edición, pero me voy. Que me bequen y me banquen, ya fue, que me metan en un avión ya mismo, pero vi que imposible, que las suscripciones vencían el 1ero de marzo. Me seguí odiando hasta que hablé con mi amiga C. que me notó la voz rara y vino a rescatarme con una coca light intravenosa y una ternura indescifrable. Me dijo que Alicia, su terapeuta, es brillante. Te saca la ficha. Y me fui calmando, con un par de talitas y la gaseosa milagrosa, me fui calmando. El monstruo se fue descomponiendo, el humo se fue deshaciendo y después de unas horas terminé mirando el facebook de la sobrina de mi amiga C. que tiene 14 años y parece de 28, la sobrina zarpada que sube fotos apretandose a su noviopuber y que encima, es diosa. Fa. Ya con la cabeza en la avanzada generación adolescente pude despedir a C. con una sonrisa y los rasgos menos hinchados. Entonces, cuando vino L. (amiga que hace 3 años no veía) ya estaba bien y me puse mejor cuando me entregó un regalito personalizado y pudimos ponernos al día. L. me hizo volar por los aires y cuando se fue y pensé que se me venía la noche encima, aparece otra amiga L. que también me da un regalo, porque es buena y tiene un corazón gigante. Se zarpa L. que me entrega un cuadro enmarcado de una artista hermosa, unas acuarelas que me derriten, que ya pienso poner en la cabecera de mi cama. Y aunque no tenga los clavos ni las ménsulas, me alegro de haberme quedado, porque hubo visitas de las buenas, porque me aclararon el cielo y porque gracias a ellas, bomberas por excelencia, el humo se apagó del todo y el mosntruó se hizo más chiquito.

Motivación, por aquí

lunes, 3 de mayo de 2010

La misma casa

Al lado del taller mecánico de Vazquez, en una cuadra silenciosa de la calle Godoy Cruz, estaba mi casa. La fachada bordó, la puerta de madera, la galería, el patio, la enredadera y el jardín del fondo, con pileta. Los techos altísimos, el espejo del living, la escalera caracol, el entrepiso y el último. Los cuartos con vista al patio, mi bañadera antigua, el pasillo eterno con alfombritas. El ruido de los árboles, los ladridos de los perros, las voces de los vecinos. El escenario de mi infancia, el refugio donde aprendí que la vida tiene muchos colores, que el corazón también puede llorar. El hogar en el que crecí física, espiritual e intelectualmente. Esa casa amplia en un barrio que todavía no sabía nada sobre bares y restaurantes, nada sobre diseñadores independientes y peluquerías exóticas. Un barrio de calles que no conocían el bullicio ni las ferias, que no conocían actores ni modelos ni cantantes. Un barrio luminoso que me envolvió en cada esquina.
Y esa casa que ahora es color crema, respira otros aires, y esos aires me gustan. Porque ahora esa casa está habitada por una pareja de escritores, hace ya 6 años que la habitan. Y se ve que a ellos también les trajo alegrías porque adentro de sus paredes nacieron Elsa y Fred, nacieron Sofía y José Chocaklian y otros tantos bonitos guiones llevados a la pantalla. Entonces, a pesar de que ya no sea mia, me pongo contenta porque en la misma casa donde yo me animé a soñar despierta por primera vez, hay una cabeza llena de ideas que asociada con la cabeza de un hombre llamado Suar, persigue el éxito. Y es una buena sensación esa de saber que el tipo que hoy vive en tu primer hogar, ese tal Marcos Carnevale, se duerme con una sonrisa de artista satisfecho.
Por lo menos, al vendersela, le trajimos suerte.