lunes, 6 de diciembre de 2010

Que queme


Dice Alex, el piloto de guerra de la serie (brillante serie) In Treatment que el miedo es como el fuego. Si lo controlas, calienta tu casa, cocina tu comida, pero si toma el control: te puede quemar, te puede destruir. Bien, pero el fuego está, siempre, nos acompaña, subyacente, tímido desde la leña de la chimenea o la hornalla del horno, el miedo también, ahí, abajo de la piel, está siempre. No tenemos que dejar que nos incendie, pero sí permitamosle al miedo que nos queme, como dice Alex, que nos hierva la sangre del cuerpo porque para eso vivimos, para animarnos a sentir. Y todo acto tiene que poder quemarnos para que el acto cobre vida, tenga sentido. O acaso Alex dice no, para controlar el fuego encierro a mi hijo en mi casa, no quiero que nada le pase en la calle. Alex no dice eso, alex quiere que se hijo salga, grite, discuta y se embarre hasta las rodillas con sus amigos de la cuadra. Alex quiere que su hijo se queme pero no se permite a si mismo, ni siquiera, acercarse a la llama. Es absurdo controlar el miedo porque todas las acciones implican alguna forma del miedo, todas. Sí que podemos medir la llama del horno o la cantidad de leña en una fogata pero el miedo no podemos medirlo porque está ahí, en el centro de las miradas de las personas, en el centro mismo del universo, está y no se apaga. A nadie le resulta indiferente, porque el miedo, como el fuego, nos puede dejar fríos y a oscuras si no sabemos enfrentarlo. Puede dejarnos vacíos si no lo reconocemos, aislados, pero no puede carbonizarnos. No lo controles, sólo identificalo en el hueco del pecho, en las pantorrilla endurecida, en la boca rígida y una vez que lo reconozcas, entero, pesado, caliente, animate a sentirlo. No creo que nada de lo que pueda pasar después, además de un pico de temperatura, termine incendiándote.

(Ilustración: Raquel Aparicio)

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