jueves, 15 de enero de 2009

Estreno

Empecé un taller de escritura creativa en la escuela de escritores. Estoy super contenta! Aqui les enseño el primer cuento que escribí bajo una consigna: la del binomio fantastico. De dos palabras seleccionadas al azar tengo que crear una historia logrando que haya una vinculacion entre ellas. Y...esto es lo que salió. Cuento infantil un tanto delirante. Pero ási resolví la unión entre HUEVOS Y BRAZO, las dos palabritas dispares que me tocaron.

Un huevo singular

Estaba claro. En Gallilandia la estrella era Turuleca. Pasaban los años y las décadas y su fama seguía intacta y su foto seguía colgando en las paredes de las casas de todas las familias. Todos los gallos la deseaban, todos los pollitos la adoraban y todas las gallinas la envidiaban. Su figura pública era inigualable.
Pero hubo un día en que todo cambió en Gallilandia. Un acontecimiento único que estuvo en pico de todos. Un nacimiento. Después de 32 semanas empollando, Rebecca se convirtió en madre de 12 pollitos. De 12 pollitos y un pequeño huevo. Sí, un huevo que nunca llegó a ser pollito. ¡Un huevo viviente! La gran peculiaridad de este huevo era que tenía un pequeño pico, dos patitas y dos brazos. ¿Leyeron? ¡Brazos!
El pueblo enloqueció con la novedad y rápidamente se transformó en el huevo más famoso del mundo. Su madre lo bautizó con el nombre de Jaime.
Turuleca andaba por los 60 años pero seguía siendo una reina. Lástima que ahora los paparazzi estaban entretenidos con el huevo bebé y todos los medios de comunicación también. Jaime era el centro de atención y Turuleca pasó a un segundo plano. Ya no la entrevistaban, no la fotografiaban, ya no le inventaban romances. Turuleca ya había pasado de moda.
Las revistas, los periódicos y la televisión siguieron la vida de Jaime paso a paso. Él llevaba bien el tema de la fama, nació con ella y se acostumbró. Pero resulta que un buen día Jaime cumplió sus 18 años. Fueron los medios de todas partes del mundo para entrevistarlo. Y Jaime no pasó inadvertido. Enseño sus dotes musicales haciendo una demostración con su guitarra eléctrica cantando, obviamente, La Gallina Turuleca. Todos lo ovacionaron, causó sensación. No sólo eran mágicas sus extremidades tocando un instrumento, sino que era mágica su voz. ¡Qué dulce voz! Jaimito se metió al público en el bolsillo cantando todo su repertorio.
De ahí en adelante, no hubo más que éxitos en la vida de Jaime. Las modistas le tejían los guantes más extravagantes, los joyeros le diseñaban las sortijas más vistosas para que luciera en sus manitas anormales. Hasta se formó un grupo de fans que lo seguía a todas partes. Su primer disco “Amanece Conmigo” fue record de ventas. Hizo giras por todos los gallineros de Gallilandia. Se casó con la gallina más bella. Ganó millones de dólares. Se convirtió en un mito.
Y en los hogares donde antes colgaba la foto de Turuleca, cuelga hoy la foto del huevo cantor. Pero estas no son fotos cualesquiera, son las primeras fotos autografiadas, porque no se olviden que en Gallilandia, Jaimito era el único huevo, pero también el único que tenía brazos. No alas, brazos. Y con sus manitas firmaba todo su amor.

1 comentario:

G-sus Love dijo...

Que hermoso y divertido cuento. Una gran paradoja, el huevo feliz de tener brazos y nosotros infelices de no tener alas...