No hay forma. Cuando coincido con mis hermanos en el playroom de mi casa, no hay forma de escapar. Se ponen los tres (el más grande con camisa y corbata después de una jornada en tribunales, el del medio con jean rotos y remera informal de estudiante universitario, el menor con uniforme de colegio) en el sillón blanco y se enciende la tarde. Y cuando toca el timbre algún amigo de ellos con docena de medialunas, se enciende todavía más.Y ma si, me digo con el bolso en el hombro y el abrigo en la mano, que me importa el teórico práctico de teoría literaria, yo me quedo. Y me hago un lugar en el brazo del sillón, me saco el bolso, me desprendo del abrigo, me como una medialuna y me conecto con el partido de futbol de turno. El Barca no me va a defraudar, Messi no me va a defraudar. Y claro que no, en cuartos de finales de la Champions los equipos son palabras mayores. Las mujeres no entendemos de futbol, dicen, pero yo miro a Messi quebrar caderas, correr desenfrenadamente, hacer un caño al arquero, meter 4 goles y bailar con la pelota adeherida a sus pies y entiendo todo. No puede ser, grita mi hermano, este pibe no puede ser real. El otro se agarra la cabeza: Es una clase de futbol. Y el más chico dice: yo falto a entrenamiento. Y la televisión tiembla con cada festejo. Tiemblo, un poco, yo al ver tanta locura en el estadio, en las reacciones de mis hermanos, tanta locura en la cara inocente y feliz de un chico que supo seducir al mundo entero y llevarselo por delante. Y sí, me emociono, che, me deslumbro con tanto juego, con tanto talento en los pies de un pibe que no podía crecer. Me pongo en la piel de él, y me pregunto si entenderá algo, si comprenderá lo que su figura significa, lo que conmueve su imagen a sus 21 años de edad. Y pienso que loco ¿no? Que mortal debe ser causar tanta sensación, que inflamado uno debe tener el pecho. Y vuelvo a pensar, entonces, en su mundo redondo, en su mundo pelota y en las ganas que tengo de que esa pulga humana brille en el mundial. Para que otras personas, mis compatriotas, también griten y se agarren la cabeza, también salten y se desencajen de felicidad, también renuncien a sus compromisos, para que otras televisiones tiemblen y otros cuerpos se sacudan ante cada gol y cada poético movimiento del delantero argentino del Barca o del número 10 de la selección nacional.
3 comentarios:
me gusta la imagen de tus hermanos y tu haciéndote un sitio en el sofá...
Mesi es un crack.
Y tu manera de percibir tu alrededor...
preciosa.
Besos redondos. ;)
Que linda imagen en tu casa los 4 viendo a messi! la verdad no tiene desperdicio. genial mak!
gracias pez y sofi.
besos ¿cuadrados?
ja!
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