sábado, 18 de septiembre de 2010

Las Modificaciones de Él

Él quiso vivir 30 vidas pero ahora que se convenció de la propia, ahora que agarró su vida con las dos manos, ahora que puso quinta, todas las otras se fueron abollando, como un bandoneón, para transformarse en la suya, en esta vida que vive a fondo. Le costó. A los dieciséis años alguien le acercó un vaso de cerveza y le dijo que cada vez que se hiciera preguntas tomara un trago. Y él tomó. Arrastró muchos fantasmas, los sintió en la nuca, en la cara, en un perfil y en el otro, cargó con ellos pero no los miró. Tomó cerveza hasta que le creció la barba. Conoció muchas mujeres, agarró a una de la mano y pegaron juntos el estirón. Viajó pero no de turista. Se instaló en una ciudad alta, de un cielo inmenso y olor a jamón. Sirvió comida, sirvió café y cubatas detrás de una barra. Leyó mucho. Caminó a Santiago de Compostela. Se dejó el pelo largo, escupió su corazón y perdió el dinero. Se desprendió de su cabeza, la batió y se subió a un avión. Volvió y sus ojos se encontraron con alguien. Se enamoró sin siquiera pestañear. Lloró cuando el pecho le apretó fuerte. Lloró por no dejarla ir. Buscó consuelo en la oscuridad de su cuarto, en los libros, en la cruz que colgaba de su cuello. Se desbordó de tanto pensar, tocó el cielo, tocó el infierno y un buen día sus fantasmas lo atraparon. No te hagas más el boludo, dice que le dijeron, registranos. Y salió disparando a la iglesia más cercana. Dando pasos lentos, silenciosos, se acercó una monja, anciana, que le dijo basta, ella te va a entender. Y sus ojos no pudieron contenerse, sus ojos se llenaron de agua y quisieron irse, pero la voz de esa mujer retumbó su mente. Entonces, pudo. Armó su bolso, dejó a su novia, entró a una casa y se quedó a vivir. Soy yo, pensó, el mismo.Soy yo, pensó, y se descascaró la piel. Los fantasmas se metieron todos adentro de su cajón peruano y salen de vez en cuando, en forma de ruido. Salen de su voz que canta, su voz que enseña y de sus ojos claros. Así vive, hablando, leyendo, cantando. No tiene celular, no tiene internet. Él tipo funciona igual y saca de su bolso su evangelio subrayado. Como Jesús, dice, ahi vivimos como vivía Jesús. El tipo duerme a veces en esa casa, a veces en las villas, el tipo va de provincia en provincia. Él tipo reza y lee, lee hasta cansarse. Duerme. Ya no tengo más insomnio dice, ya no siento la piedra en el pecho. Me despierto y digo gracias, porque esto me llena, esto que hago me gusta. Dice que su vida es esta, su lugar es este. Dice que igual tiene una confesión y entonces inclina la cabeza en un bar donde las luces son muy luminosas y la gente muy apagada. En realidad tengo dos vidas. Dice, sí, tengo otra más. Allá, en Madrid, dice. Camino cagado de frío, con el montgomery sucio y las mejillas rojas. Camino por las calles de adoquines y fumo uncigarrillo sin tener ganas de fumar pero pitando fuerte. Camino de noche cuando ya no queda nadie porque una mujer me dejó o porque yo dejé a una mujer. Camino enredado hasta que doy con un bar de los cutres y me siento en la barra a pedir una caña. Que digo una caña, pido un vermouth. Apoyo mi libro gastado, medio polvoriento y en soledad, apuro el trago para matar ese hielo de adentro, el que nunca, pero nunca en serio, deja de enfriar.