jueves, 19 de mayo de 2011

Hablar de Orsai

Cada nota de Orsai me lleva a un planeta desconocido. Ese es el mensaje de texto que me llega de una amiga ayer. Una amiga a la que una vez, en octubre del año pasado, la agarré, la senté y le dije: Tenés que leer este blog. Y tanto la cebé que lo leyó. Me llamó un día y me dijo: No puedo parar. Y siempre que nos juntamos hablamos del Gordo Casciari y de su amigo Chiri que juntos crearon la revista literaria más revolucionaria que se pueda imaginar. Un gordo drogadicto que hace 10 años se mudó a Barcelona y que desde ahí, atrincherado detrás de la computadora, empezó a escribir de su infancia en Mercedes, su familia, sus mambos, el exilio. Un gordo que escribe de una manera tan cruda, tan criolla, tan sin tapujos que logra que uno no sólo lea sus textos sino que los viva en carne propia. Un gordo que se acerca tanto a las formas que mi amiga y yo tenemos de pensar la realidad, de movernos, de discutir que realmente nos enamora, nos enloquece, nos hace decir no, dale, qué hijo de puta. Un gordo que desde su blog creó una novela y la novela se transformó en obra de teatro y ahora la novela ya es un cartel pegado cada 3 cuadras en la vía pública con la cara de Gasalla vestido de mujer y letras blancas que dicen: Más respeto que soy tu madre. Así, la historia pasó de una pantalla adentro de un piso compartido en algún lugar de Catalunya a una sala llena de un teatro de la calle Corrientes. Y ese mundo que escupió en la computadora es un mundo que sigue agitándose adentro de su cabeza. Un mundo excéntrico que no estalla todavía porque el gordo decidió dejar la ciudad catalana y mudarse a un pueblo en la montaña llamado Sant Celoni, porque ahí el gordo se instaló junto a su mujer y su hija y mas o menos la mente se tuvo que adecuar al silencio. Y porque a ese pueblo también se mudó su amigo, el de toda la vida, el de Mercedes y viven al lado, con sus familias. Y todo ese mundo mental tan desarmado y tierno y a la vez violento se acomodó en sus cabezas cuando una día, después de una madrugada de vino y marihuana, decidieron lanzar el proyecto. Y el gordo renunció a su columna en El País, a su columna en La Nación. Renunció a todo lo que limitara su escritura y charla va charla viene con el Chiri, nació Orsai en formato revista. Y nos lo fueron contando desde el blog, cada semana, sin filtro. Fue de a poco, que vamos a hablar de esto, que va a escribir tal, que va a dibujar tal otro, que laburamos entre amigos, que la vamos a distribuir desde acá, que sin intermediarios, que sí, por todo el mundo, que júntense los que vivan cerca y compren un pack de diez, que sí, aunque no se conozcan, que paguenla igual que 15 periodicos de un sábado, que tenga 240 páginas y ni un cuadrado tenga publicidad, que sí, que no es un invento, que depositen la plata acá, que contactate con tal, que la revista llega seguro, que no somos dos cuarentones hijos de puta, la revista está en la imprenta, que sí, que va a llegar, que si no la quieren pagar la colgamos en versión pdf, y para ipads y todos los soportes digitales que existen, que son más de 10.000 los lectores, que al final parece que nos creyeron, que esto tiene algo que no cierra, algo que está faltando, que sí, que son las pizzas de Comequechu, que tendríamos que comerlas mientras hablamos del contenido, que qué importa que esté en Mercedes, que sí, que lo traemos a España, que le ponemos la pizzería acá, en el medio de la montaña, ¿que no tenemos el horno adecuado?, que sí, que lo traemos de Mar del Plata y me chupa un huevo, que sí, que la revista la charlamos arriba de la pizzería, ahí, para controlar a Comequechu y sentir el olor de sus pizzas, que no hay nada que se le parezca a esa delicia, que sí, que la revista la hacemos así, porque a nosotros nos da la gana, porque nos bancan, en Perú, Buenos Aires y Costa Rica, que esto se va al carajo, que sí, que ponemos un señalador con un numerito, que sorteamos un viaje hasta acá, que así, el que gana se viene y se come las pizzas de Comequechu con nosotros acá en Sant Celoni, que te digo que se puede convocar a Seselovsky, y a Mairal también, y a Villoro y a Hornby, y por qué no a Castillo, que se puede así, cagándonos de risa, como cuando teníamos 20 años y cortábamos las revistitas a mano en Mercedes, así pero en otro continente, así a través de internet, la cosa se puede poner linda y el sueño de la revista puede traspasar cualquier barrera, cualquier prejuicio. Sin nadie en el medio, hablando de lo que queremos, convocando a la gente que siempre admiramos, que se puede concretar el delirio joder. Y se pudo. Y los dos primeros ejemplares están acá, en mi escritorio, uno encima del otro. Volaron 12 mil kilometros, llegaron a la libreria de Fernando, Fernando me avisó y fui a buscarlos. Son dos libracos, dos biblias, dos ladrillos pesados. Y el olor, el olor. Son la prueba física y tangible de que cuando las cosas se hablan sin filtro, cuando se deja el corazón en esas cosas que se hablan, aunque sean las 3 de la mañana y el sudor corra por la espalda, aunque el vino patine las palabras y el porro achine los ojos, las cosas pueden funcionar en serio. Como esta cosa de papel, que pesa más de 500 gramos, que cada vez que la abrís, querés quedarte a vivir, que cada vez que la cerrás decís: hijos de puta. Decís, yo quiero estar metida ahí en la sobremesa de cada nota entre Chiri y el gordo, ahí compartiendo un churro, descorchando un vino, escuchándolos. Ahí soltando el humo, manchándome los labios, apoyando los codos en la mesa donde nació esta revista hija de puta que cada día me quema más el cráneo y me acelera más el corazón pensando que tal vez esos planetas desconocidos, en algún lugar, ponele que existen.
Creo que ya era hora de hablar de Orsai.

3 comentarios:

Vv dijo...

Llevala maniana!!

besote

Anónimo dijo...

sabelo q este escrito es el mejor de todos, por q es sobre orsai, por q habla de soñar y por q es simplemente el mejor de todos!!
a fabricar orsais q se acaba el mundo!

koti

Agustín Molina dijo...

Creo que no te olvidaste de nada. Creo que está todo magistralmente relatado. Jueves por jueves (y algún martes), y yo le agregaría que en la presentación del número 1 se usó la cancha de fútbol de Mercedes, que muchos no pudimos ir porque no había nafta en las estaciones de servicio, que fue mucha gente igual y que los presentó Príncipi, y cantó Sanbayonni, y que las fiestas se replican por aquí y por allá, y que en este mundo sólo hay dos clases de personas: los que leen Orsai, y los que no.