martes, 10 de febrero de 2009

Taller II

Para la clase del jueves pasado, en el taller la profe nos dio la consigna de : Sensaciones, Emociones y Sentimientos. Cómo una cosa lleva la otra, cómo es un degradé desde lo que percebimos con nuestros sentidos hasta lo que sentimos a raíz de esos estímulos que influyen en nuestra vida. Dijo que tratemos de obviar los adjetivos, que contemos lo que pasa y que el lector adivine y calfique luego la situacíón con los adejtivos que quiera. También pidió la profe que no contáramos algo triste, proque venimos con una pálida tras otra en el taller, todos los cuentos terminan mal....Entonces pensé en cosas lindas. Y aquí está lo que salió.

Cómo lo supe
Es un día cualquiera y es de noche. Llego a la cabaña. Me quito los guantes, la bufanda, el abrigo. Saludo en voz alta a Carla, no me contesta. La busco y no la encuentro. Salgo al jardín y hace frío. La veo echada en el pasto boca arriba. Sus brazos detrás de su cabeza, descansa inalterable. Me alivio al verla. Todo está en silencio. Puedo oír las hojas moverse por el viento. Me acerco a mi mujer y me acuesto a su lado. El pasto está mojado y huelo la lluvia que ayer se fue. Miro el cielo y el silencio se hace más palpable. Un grillo se escucha a lo lejos. La beso a Carla en los labios. No hablamos. Seguimos mirando el cielo. Ella me acaricia la cara. Yo le acaricio la suya. Toco una lágrima. La miro y le pregunto qué le pasa. Shhh. Me calla. Me acuesto otra vez con el ceño fruncido. Miro la noche y me desconcentro. Ya no estoy tranquilo. Poso la mirada en una estrella, en un punto fijo. Me angustio. Pienso que Carla está enferma. ¿Se va a morir? Estoy confundido. Mi corazón se encoje y me quema por dentro. Tengo ganas de gritar. A lo mejor no se está muriendo. A lo mejor me quiere dejar. La idea me aturde. Un martillo me clava el abandono. La palabra me aterra. Carla me va a abandonar. Me levanto inquieto. Carla me extiende su brazo sonriendo. Parece un ángel. No la entiendo. Baja sus párpados y mira el pasto. Me indica que vuelva a acostarme a su lado. Me pesa el cuerpo. Me vuelvo a acostar. Busco otra estrella. No me atrevo a emitir sonido. Es un momento raro, inexplicable. Siento la respiración de Carla. Se acerca a mi oído y en un susurro escucho Vas a ser papá. Giro mi cabeza y la miro de frente. Me muestra sus dientes, su inmensa sonrisa. Sostiene un espejo con la mano izquierda y lo levanta. El espejo nos observa desde arriba y veo mi cara reflejada. Y la de ella. Todavía el silencio lo abarca todo. Es como si me hubiera quedado sin voz. Me tildo. Ella me besa la mejilla. Yo sigo estupefacto, inexpresivo, callado. Suelta una risita. Le sonrío al espejo. Me río. Se ríe. Nos abrazamos. Rodamos por el pasto, riéndonos. No quiero parar de rodar pero frenamos. Respiramos agitados. Nos separamos y extendemos nuestros cuerpos. Abro mis piernas, estiro mis brazos. Nos damos la mano y volvemos a mirar el firmamento. La luna está casi llena. La respiración vuelve a la normalidad. Suspiro. Nuestras cabezas giran al mismo tiempo. Nuestras miradas se encuentran. Vamos a tener un hijo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso...

Siempre nos imaginamos lo peor. Que linda forma de aleccionarnos con tu cuento Maki.

Besos,

Juan MF

vV dijo...

Chapeau!

senti el vació, la incetidumbre, el enojo y la felicidad en un cuento.

quiero más!

L dijo...

buena jugada la del espejo, me re caben esas cosas. abrazo caluroooso desde acá, my dear makaaaz!