jueves, 26 de febrero de 2009

Taller III

Para este jueves teníamos que crear un personaje. Como es un cuento, el personaje a tratar es plano, es prototipo. El mentiroso, el fracasado, el galán, el tímido, etc, etc. Y yo caí en un prototipo de mujer que siempre me resultó interesante. Con ustedes:

Adorable Eulalia

Se llama Eulalia, pero es Lali para todo el mundo. Lali Guzmán. Todo el barrio de Flores la conoce. Y nunca nadie la vio con la cara lavada. Es que ella se maquilla como si fuera a salir al escenario todos los días, no importa la hora. Vaya al gimnasio, vaya a comprar la fruta, vaya al teatro Colón, Lali siempre tiene las pestañas voluminosas, las mejillas rosadas, los párpados verde agua, los ojos delineados y los labios rojo carmesí.
Pasea por el barrio su deliciosa figura encandilando a los transeúntes. Contonea sus caderas de izquierda a derecha, de derecha a izquierda acompañando el movimiento con su cola de caballo que va de un lado al otro, como un péndulo hipnotizante. Sus piernas se levantan sobre unos tacones altísimos y cada paso que da vuelve los ojos de los que pasan cerca. Sus glúteos, sus manos, sus pechos, su olor vuelven loco a cualquiera. Esta chica es sencillamente irresistible.
La casa de Lali es bastante desagradable, pero muy conocida. Al abrir el portal tienes un camino largo y estrecho que te lleva al hall de entrada, en el cual hay un espejo de pie sucio y enclenque donde Lali se retoca antes de salir a la calle. Hacia la izquierda está el salón, inmenso y vacío. Hay una tele y un sillón de cuero desgastado de un color marrón descompuesto. Es ahí donde reside Nelly, la madre de Lali. La señora está vieja, flaca y descuidada. No hace más que comer, rezar, ver la tele, dormir y exigir, todo desde su trono de caca. Como es su madre y sufre de artritis, Lali cumple las órdenes, soporta los gritos: Lali limpiame, Lali calentame el agua, Lali cocíname, Lali abrigame, Lali peiname, Lali traeme. Toda la vida maltratándola y Lali atendiéndola como si de una duquesa se tratara.
Hay una novela venezolana que atrapa a Nelly todas las noches. Se vuelve un ente mirando la tele, se acalla. Y en ese momento Lali recibe sus visitas, algunas habituales, algunas nuevas, pero visitas al fin. Hombres comunes que caen rendidos a sus encantos. Cuántos mocasines habrán pisado ese pasillo largo y estrecho en busca de la felicidad. Cuántas gotas de sudor habrán corrido por los rostros culposos de aquellos maridos ejemplares al atravesar ese pasillo. Cuánta adrenalina adolescente, cuantas ilusiones púberes, cuántas expectativas satisfechas se habrán sentido en aquel pasillo. Cuántas corbatas habrán sido ajustadas al salir de esa casa, en señal de reparo, como si al acomodar el nudo acomodaran también sus remordimientos. Esos maridos adorables, esos padres de familia, esos novios comprometidos, esos jóvenes palpitantes. Todos ellos, un grupo de amantes desprotegidos.
Lo que esos hombres no saben es que al convertirse en clientes de Lali están colaborando con la concreción de un sueño. Ellos no saben que la chica de los contoneos tiene un plan en mente que mucho no les va a gustar. Debajo de la cama de los placeres, Lali guarda una lata de galletas. Y en esa lata reposan los billetes de cada noche, el dinero que cumplirá su ilusión, la plata con la que va a comprar un pasaje a España. Y sí. Lali los va a dejar.
La gente piensa que Lali no cree en el amor, que Lali no sirve para eso. Es como si tuviera prohibido enamorarse. ¡Qué equivocados que están! Lali armará la valija convencida, viajará a Europa, conocerá a un español, se casará y no tendrá ojos para otro hombre. Lali aprenderá a tocar el piano, a cocinar cocido, a criar a sus niños. Lali se olvidará de aquella casa desagradable, de aquella madre intolerable, de aquel pasillo largo y estrecho, de aquellos hombres desconocidos que hicieron posible que viaje a otro continente para encontrar la felicidad.

1 comentario:

G-sus Love dijo...

La esperanza debajo de un colchón. A quién no le sucede?...

Cotidiano, real, pero intangible...Un poco vergonsozo para sacarlo a la luz. Hasta el momento indicado...sinó romperían el frasco de esa misma esperanza...y a dormir!