lunes, 3 de mayo de 2010

La misma casa

Al lado del taller mecánico de Vazquez, en una cuadra silenciosa de la calle Godoy Cruz, estaba mi casa. La fachada bordó, la puerta de madera, la galería, el patio, la enredadera y el jardín del fondo, con pileta. Los techos altísimos, el espejo del living, la escalera caracol, el entrepiso y el último. Los cuartos con vista al patio, mi bañadera antigua, el pasillo eterno con alfombritas. El ruido de los árboles, los ladridos de los perros, las voces de los vecinos. El escenario de mi infancia, el refugio donde aprendí que la vida tiene muchos colores, que el corazón también puede llorar. El hogar en el que crecí física, espiritual e intelectualmente. Esa casa amplia en un barrio que todavía no sabía nada sobre bares y restaurantes, nada sobre diseñadores independientes y peluquerías exóticas. Un barrio de calles que no conocían el bullicio ni las ferias, que no conocían actores ni modelos ni cantantes. Un barrio luminoso que me envolvió en cada esquina.
Y esa casa que ahora es color crema, respira otros aires, y esos aires me gustan. Porque ahora esa casa está habitada por una pareja de escritores, hace ya 6 años que la habitan. Y se ve que a ellos también les trajo alegrías porque adentro de sus paredes nacieron Elsa y Fred, nacieron Sofía y José Chocaklian y otros tantos bonitos guiones llevados a la pantalla. Entonces, a pesar de que ya no sea mia, me pongo contenta porque en la misma casa donde yo me animé a soñar despierta por primera vez, hay una cabeza llena de ideas que asociada con la cabeza de un hombre llamado Suar, persigue el éxito. Y es una buena sensación esa de saber que el tipo que hoy vive en tu primer hogar, ese tal Marcos Carnevale, se duerme con una sonrisa de artista satisfecho.
Por lo menos, al vendersela, le trajimos suerte.

1 comentario:

Miranda Malasaña dijo...

Y ayer ganó muchos premios. Será transitivo? Te espera el exito makita, sabías no?