jueves, 24 de junio de 2010

Me di cuenta de algo

El proceso de la escritura narrativa es similar al proceso de la depilación, sólo que uno es mucho más lento que el otro, y el otro es mucho más violento: para tomar la decisión de depilarte, primero te percatás de que estás llena de pelos, después calentás la cera, agarras la maderita, la untás en el recipiente y te embadurnás, ponele, la axila. Cuando se endurece la sacás de un tirón, zas, y tirás el bollo, luego te examinás de cerca con el brazo en alto, frente al espejo y ves que sí, que todavía hay que retocarla, entonces plin, sacás la pinzita y arrancás los últimos pelitos casi invisibles hasta dejarla limpia y blanca. Para tomar la decisión de escribir un cuento, ponele, primero te percatás del montón de ideas que atraviesan tu mente, después abrís el cuaderno, escribís sin parar, como un gran vómito de letras y recursos desprolijos. Cuando se te cansa la mano, estiras los dedos, parás un poco y lo lees para tus adentro y ves que sí, que todavía queda mucho por retocar, entonces plin, agarras la birome y tachás o pones asteriscos y agregás frases o escribis nuevas ideas en los márgenes de la hoja hasta que te decidis a tipearlo en el word y finalmente (después de varios días de leerlo y modificarlo y volverlo a leer) tu cuento queda limpio y ordenado en la pantalla de la computadora. El sufrimiento en las dos situaciones existe, solo que la cera nos hace doler de manera fugaz y el cuento duele, duele, duele, de manera prolongada.

2 comentarios:

Carrusel de Basura dijo...

AHYYY LO Q ME ESPERA CON UN LARGO ENTONCES JAJAJA

Sarabarabá dijo...

Increible Makun.