viernes, 21 de enero de 2011

Birome o Teclado


Agarrar la birome o apretar las teclas del teclado para escribir.
No me puedo imaginar un día sin hacerlo. Una palabra, una frase, tres líneas, un párrafo, un cuento. Da igual, lo hago porque no le encuentro explicación, porque sale naturalmente de mis manos inquietas. Es así, no creo servir para muchas más cosas.

Así lo dice Nothomb:
Me preguntan por qué elegí escribir. Yo no lo elegí. Es igual que enamorarse. Se sabe que no es una buena idea y uno no sabe cómo ha llegado ahí, pero al menos hay que intentarlo. Se le dedica toda la energía, todos los pensamientos, todo el tiempo. Escribir es un acto y al igual que el amor, es algo que se hace. Se desconoce su modo de empleo, así que se inventa porque necesariamente hay que encontrar un medio para hacerlo, un medio para conseguirlo.

Y así, Vila- Matas:
Ah, ya veo, vuelve la vieja y pérfida pregunta. Pero también podrían ustedes preguntarme por qué acabo de hacer un moño en mis zapatos, y por qué no me he contentado con un nudo que, para el caso, me habría servido igual. En algún tiempo remoto, un antepasado hizo el primer moño. Nosotros no somos más que sus imitadores, un eslabón en la cadena ininterrumpida de la tradición. De modo que a quien habría que preguntarle por qué escribo es a ese antepasado, preguntarle por qué quiso ir más allá del nudo.

2 comentarios:

vV dijo...

victima y dueña de una vocación! estás condenada al éxito...

alex dijo...

llega un día en que ya no sabes cómo dejar de hacerlo, aunque sea mentalmente, bien o mal, pero es una condena, a veces dulce y casi siempre amarga, pero indispensable (para uno, claro)
y sí, como enamorarse, desde luego:
pasa pocas veces, pero cuando te pasa no te suelta