sábado, 3 de octubre de 2009

La Conmoción del Final

La piba todavía no entiende el giro que dio su vida, pero lo agradece.
Ella nació en democracia, se crió en una familia tocada por una varita mágica. Una de esas familias en donde rebalsan las caricias, los juegos, las risas y los viajes. Una de esas familias enmarcadas en el molde tradicional de la clase media argentina en donde los dias transcurren con una armonia casi exacta. La familia compuesta por madre padre y 4 hermanos la malacostumbró a un ambiente ruidoso y en continuo movimiento. El creciente bienestar economico la malacostumbró a educarse en un colegio privado regenteado por monjas, a una casa con piscina y a muchos veranos en punta del este. Palermo Viejo la vio crecer, pero ella prefería moverse por Recoleta, donde residían sus amigas, las del colegio privado, a una cuadra de distancia una de otra.Fue una suerte que ella empezara a leer libros de la Biblioteca Billiken y que tuviera tres hermanos varones que se entretenian peloteando en el patio, porque mataba su tiempo leyendo en su cuarto de princesa, hasta que se le cansaban los ojos. Pero mas suerte tuvo cuando a padre le empezó a ir bien en su trabajo nuevo, no porque hubiera alfajores en todas las meriendas, sino porque un buen dia le propusieron mudarse a España.
Ella venía arrastrando cierto aburrimiento, cierta incomodidad en su territorio, pero eran sensaciones parciales, que no llegaban a manifestarse de lleno. Hasta que padre desembuchó la noticia, con ojos temerosos, en una reunion familiar arriba de la cama camera. Entonces ella sonrío, inevitablemente, mientras sus hermanos ponian cara de circunstancia. La piba encontró en esa novedad la salida que estaba incubando su interior hace un buen rato. La universidad la estaba terminando, la carrera no terminaba de fascinarla y la mudanza iba tomadno cada vez un color mas intenso. Y así fue como ella se fue en un viaje relámpago a acompañar a padre a España para familiarizarse con su capital. El primer contacto le gustó, se aferró al mapa y caminó hasta el cansancio mientras padre se instalaba en la nueva oficina. Volvio con alegría y lo unico que hizo fue esperar a que la casa estuviera lista. Y un 11 de enero del 2007 ella se subió al avión que la llevó a un hogar desconocido al que no tardaria en encariñarse.
Y de manera fugaz, ella se encuentra un poco perdida, sentada frente al ordenador una tarde de otoño en Madrid, 2 años y 10 meses después de ese aterrizaje.
Ella ahora tiene el pelo más corto, el carácter más manso, la mente más ávida, los pulmones mas llenos, los pasos mas firmes, las palabras más masticadas, el pensamiento mas entrenado, el espiritu mas libre y el corazón más abierto.
En 2 años y 10 meses las cosas cambiaron. Su familia volvió a Argentina y ella se quedó. Y ahora ella siente que la ciudad le pertenece, mucho más que aquel distrito porteño por el que solía deambular en medio de un grupo de polleras cuadriculadas. Ella se moja los labios con las típicas cañas madrileñas y ensalza su paladar con tortilla de patatas y croquetas de jamón. Ella respira el olor a primavera que envuelve el Parque del Retiro, y toca la nieve que cubre las calles y las plazas en enero. Ella pasea en la bici que maneja su chico y desde el asiento de atrás mira las fachadas de los edificios que se elevan torpemente en el barrio de Lavapiés. Con ese mismo amor que conoció en la plaza de Santa Ana el día que cumplía 23 años, ella camina de la mano por la calle Orense y por las calles que conduzca el azar. Ella lee mientras anda, o mientras anda lee porque no hay nada que se lo impida. Lee en el metro o en el colectivo, lee incluso en la tienda donda trabaja. Ella descubre la Biblioteca Central, adonde cada semana se acerca, para buscar nuevos autores que la cultiven. Ella saca fotos con su camara trucha a todo lo que brilla, un cartel, una estatua o una simple baldosa. Ella conoce gente, de todas las edades: un mozo, una guionista, un abogado, un vendedor, un dibujante, una publicista, una cantante, un músico, una masajista, una familia, una luchadora, una escritora, un actor, una actriz, una estudiante, una secretaria, un arquitecto, un fotógrafo, una paisajista, una directora de coro, una maestra, un oficinista, una pintora, una comerciante, un bailaor, una diseñadora. De Quilmes, de Burgos, de Jerez, de Pamplona, de México, de Adrogué, de Azul, de Buenos Aires, de Lima, de Minas Gerais, de Dublin, de La Rochelle, de Roma, de Sevilla, de Tres Arroyos, de Oviedo, de León, de Zaragoza, de San Fernando, de Entre Rios, de Chascomús, de Rosario, de Nantes. Ella conversa con estas personas, en medio de mates, milanesas, tintos de verano, cervezas y ensaladas, en bares de Malasaña, de Arguelles, de Huertas o de Salamanca. Las charlas son ricas, profundas, empáticas, mayoritariamente bellas. Y juntos hablan, andan, comen, beben, ven peliculas, viajan, leen, nadan, bailan, cantan, brindan, chusmean, van a conciertos, a museos, a centros culturales, miran, ríen, lloran, consuelan, animan. Juntos viven y sobreviven.
Ella revuelve en su mentecacerola todas aquellas caras y voces, todos aquellos barrios y bares, todas aquellas estaciones de metro, esos nombres de calles, esas plazas y parques. Y claro, ella se pregunta dónde, ¿dónde habrá una Casa Encendida, un Museo del Jamón, una Plaza de la Paja, una calle Fuencarral, una Glorieta de Bilbao si no es en Madrid? ¿Dónde se celebrará San Isidro, San Juan, San Fermín, la feria de abril si no es en España? ¿Donde va a escuchar Próxima estación San Bernardo, tenga cuidado de no meter el pie entre coche y andén? ¿Dónde comerá paella, setas, solomillo, pan con tomate, morcilla de Burgos, queso manchego, jamón serrano, patatas bravas si no es en este país? ¿ Dónde existirá un Pantano de San Juan si no es a una hora de Madrid? ¿Habrá algún bar como el Azul, Nanai o el Palentino en otro lugar? ¿Habra chinos vendiendo celveza, abanicos y sombreros en alguna otra plaza que no sea la 2 de Mayo o la San Ildefonso?
Y ya sabe, la piba ya sabe, que la dolorosa respuesta a todas estas cuestiones es un clarísimo no. Y ya sabe que ese no encierra muchas lágrimas y sentimientos encontrados. Y ya sabe que no le queda otra que tragarse esa añoranza de un bocado, por mucho que cueste. Porque dejar Madrid no es fácil, porque volver a Buenos Aires es díficil. Porque todas esas memorias que se adhirieron como abrojos a su vida, toda esa tristeza que las engloba, son el sello de unas vivencias que la embellecieron y la hicieron crecer.
Y si ella se pregunta ¿que es lo que queda por delante? Ella sabrá darse cuenta de que sin pedir permiso, hizo y deshizo a su antojo, y que por más alborotado que haya sido el fluir de los acontecimientos, ella se fue construyendo un mundo emocional e intelectual incomensurable. Y todo ese camino andado en este espacio de tiempo deja huella. Por eso volver tiene un encanto especial, porque la chica que se fue no es la misma que regresa. Y esa chica tiene ganas de redescubrir Buenos Aires, de arrancar nuevos estudios, de instruirse social y políticamente, de iniciar proyectos, de visitar bares, cafés y bibliotecas, de escribir todos los días, de encarar nuevas relaciones, de participar en eventos culturales, de mirar con otra óptica.
Ella tiene hambre de otros abrazos y otras reuniones, de otros recorridos y otras comidas, de otra casa y otras costumbres. Es evidente que readaptarse va a ser un proceso duro para ella, obstaculizado por los lazos cortados y los sitios lejanos, que burlarán sus emociones.
Por eso ella escribe esto, ahora que la inminencia de los días se hace más palpable, ahora que siente que Madrid, como la arena, se le escurre entre los dedos. Ella se quiere convencer de que Madrid no se le escapa, de que los recuerdos no se fracturan, de que las distancias no se padecen. Ella prefiere pensar que las ciudades se llevan dentro de uno y que el desprendimiento físico no va a poder vencer al vínculo emocional.
La piba prefiere esperar otro giro que la engrandezca.

5 comentarios:

ana dijo...

te re entiendo, pero ya que estas andate a vivir a rosario, te va a sentar mucho mejor, te lo aseguro, yo lo hice hace unos meses y siento todo eso que sentis vos, pero buenos aires no mas. aunque me duela.

veníyavoy dijo...

faaaaa..
me dejaste sin palabras. te invitaría una cerveza para q sigas desahogándote, solo q estas lejos..

beso..

Makuni dijo...

rosario me tienta.Puede entrar dentro de la baraja de lugares donde vivir, claro.
Y la cerveza, si me espera en Buenos Aires, yo encantada de la vida.
Prometo medir la magnitud de mi catarsis...je!

vV dijo...

maki, te despertast!!!! la magia la pones vos mas alla del decorado.

MAJO dijo...

Esto es honrar la vida
Madrid es nuestra visagra, de aqui...hacia arriba!