lunes, 22 de septiembre de 2008

La teoría de Gulliver


Ayer fui a tomar unas cañas por La Latina y entre la gente que había estaba un catalán que expuso una enseñanza análoga que recibió de boca del padre de un amigo suyo.
Y decía algo así:
La vida es Gulliver durmiendo la siesta, Gulliver atado por cientos de soguitas que lo sujetan al suelo, Gulliver atrapado por los liliputienses. Cada soguita, por más mínima que sea, simboliza las ataduras de nuestras vidas. Y cada liliputiense es el título que queramos darle a la atadura que no nos deja escapar. Cada uno de nosotros, inconscientemente, nos vamos sujetando cada vez más hasta que nos damos cuenta de que estamos completamente atados y de que es casi imposible librarnos de las soguitas, por más gigantes que nos sintamos.
Soguitas que significan lugares, personas, estudios, profesiones, pongan el nombre que quieran. Y llegará el momento en que nos despertemos, como Gulliver en Lilliput, y veamos que estamos atados de pies a cabeza. Es entonces cuando pensaremos en el deseo de desatarnos, y será tarde.
Aunque haya quienes al verse amarrados por cientos de soguitas puedan resignarse y se queden allí, sujetados a la comodidad de las ataduras construidas a lo largo de la vida.
Pero también habrá gente fuerte de espíritu, y serán ellos quienes logren soltarse del todo. Pero no renegando de todo lo que se cosechó en la vida, si no aceptándolo. Aceptando cada motivo que silenciosa pero deliberadamente se fue clavando para convertirse en una soga dura de soltar.
Y seguramente dirá: ¡Pucha, no tendría que haberme dejado amarrar tan fuerte!

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