viernes, 13 de noviembre de 2009

Ver a Antonio Birabent. Bello, alto, ojos claros. Caminar detrás de él, admirar su espalda. Su voz de gorrión, su voz que canta. Esperar el mismo semáforo que él espera. Bajar y subir el cordón de la vereda. Encendida, como la luz que se pone verde, cruzar la calle es catastrófico. No saber si derecho, izquierda, derecha. ¿Qué camino tomás Antonio? Llevame Antonio. Te sigo, derecho, atrás de tu nuca, la loca. Solo una cuadra y doblás. Y el hechizo termina, en Rodriguez Peña y Juncal. No te persigo más, no más te deseo. Renuncio Antonio. Salís de mi vista y renuncio.

3 comentarios:

Miranda Malasaña dijo...

Sí, loca. Peor es entrar al camarín de fito cual fan adolescente a pedirle un autografo, no???

Makuni dijo...

amarillista!
solo lo perseguí por el subsuelo de yenny ateneo...
"que hinchapelotitas", me dijo.

Princesa haragana dijo...

confirmo... yo estube ahi!