martes, 14 de junio de 2011

Qué iba a saber

Qué iba a saber que yo ese día de verano en la costa, alguna tarde suelta de enero, qué iba a saber del futuro. Después del "foto, foto" habré vuelto a sentarme en la arena o habré corrido a mojarme los pies en la orilla sin pensar en nada más que los fichines a los que iba a jugar en el centro o en los churros rellenos que me iba a comer con mis hermanos. Eso era el futuro. El inmediato, el después de acá, allá, depués de esto, lo otro, porque me invitan a hacerlo, porque me llevan, me traen, me conducen. Qué iba a saber esa noche al ponerme el pijama que algún día iba a cumplir con dos cifras, que algún día mi mamá iba a dejar de peinarme con la palmerita al costado, que algún día iba a usar corpiño y pintarme las labios de rojo y proyectar acostada en la cama, que algún día iba a escribir no para llenar las fichas del colegio ni para completar un examen, sino para inventar historias, que algún día iba a dejar mi casa de Godoy Cruz y que también Buenos Aires, que iba a cruzar el océano e instalarme en una pequeña ciudad de una península en donde se baila flamenco como si se volara, donde se dice coger en vez de agarrar y follar en vez de coger, qué sabía yo que mis labios iban a pronunciar la palabra Malasaña, que un día iba engullir doce uvas en año nuevo e iba a nadar en el mediterraneo. Qué sabía yo de los besos, del rock, del mundo de Onetti, de Pizarnik o de Marechal. Qué sabía yo que iba a amar tanto las nubes. Qué iba a saber yo que un día iba a encontrar hombres tan desarticulados e iba a quererlos tanto, mujeres tan descabelladas que iban a enseñarme a vivir. Qué iba a saber yo que un día la magia de la infancia desaparece y también la ciclotimia de la adolescencia, que un día esos fantasmas se instalan en la parte alta de la espalda y la adultez, llamando desde el final de una playa sin nombre, lucha para que el mundo que vamos construyendo se arme de a poco, se desarme, se vuelva a armar, una y mil veces hasta cansarnos. Qué iba a saber yo del peso de mi mundo interior. Que iba a saber yo que a los veintisiete la vida iba a situarme tan cerca de los afectos, tan rebalsada de ideas y sueños fascinantes, tan tapada por mis enriedos mentales y a la vez tan lista para agarrar el machete y abrir, firme, el camino que se esconde tras las ramas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

PRI!! JAAAAAAAA
Que linnnnndo post maki, me emocionaste casi hasta las lagrimas, me contuve un poco xq estoy en el trabajo. GENIAAAAA y te digo, que los 27, se las traeeeeeeen!! TE FELICITO!
porsiempretufan ZE LELE

SOWIE ♥ dijo...

Me hiciste emocionar Macarena. Con lágrima y todo.

Miranda Malasaña dijo...

Qué iba a saber yo que esa chetita iba a formar parte casi orgánica de mi existencia.
BELLISIMO.

ME dijo...

GUAUUUUU, Maki !!!

Pez Susurro dijo...

Es precioso.

no tenemos ni puta idea.

somos viento.