miércoles, 29 de junio de 2011

Leído en la primera mitad del año

Los libros que leí esta primera mitad del año son varios, pero me hubiera gustado tener mas tiempo o haberlo repartido mejor para poder leer más. Igualmente, no quiero dejar de nombrarlos porque realmente son lecturas que merecen tenerse en cuenta. Los nombro y un toque los reseño, porque a algunos les puede aburrir pero a otros les puede inspirar confianza. No se, reseño porque disfruté de ellos y creo que es bueno compartirlos:

1 Andres Caicedo, Viva la Música. Un vómito explosivo de un escritor colombiano que escribe como si cantara, que desordena las palabras en la voz de un mujercita irresistible que se pierde en la droga, la rumba y el alcohol. Todo el descontrol que algo tendrá que ver con lo que él vivió hasta que decidió suicidarse a los 25 años, solo y perdido en un rincón de Cali siguiendo su filosofía, como promulgan sus letras: "Adelántate a la muerte, precísale una cita. Nadie quiere a los niños envejecidos".

2 Salinger, Guardián entre el centeno. Belleza de registro. Novela clásica, lenguaje no tanto y eso es mucho mejor. Me acerca a los adolescentes, me hace decir, sí, a pesar de todo, son niños que no quieren crecer, que necesitan de un abrazo largo, sentido, de alguien que los registre y les diga: esto es una etapa, nada más, una vez que la atravieses, todo va a estar bien, no te aflijas tanto. Cada capítulo: una alegría de leer.

3 J.M Coetzee, Verano. Qué manera de narrar la soledad sumada a la vejez. Y es él, en la tercera entrega de su autobiografía, contándonos lo que no cuenta en las entrevistas que no da, sensibilizándonos con cada persona que narra pedazos de su vida. Leer por primera vez a este premio nobel y viajar a tierras sudafricanas fue un descubrimiento maravilloso.

4 Alfred Hayes, Los enamorados. Joya. Leerlo y doblar la esquina de una página y decir: para, escuchá esto, a la amiga que tenía al lado tirada en la arena de una playa carioca. Un libro que no me voy a cansar de recomendar no sólo por su magnífica prosa sino porque de verdad, parece, los hombres pueden sufrir por amor casi de la misma manera que lo hacemos nosotras. Terminé con casi todas las hojas del libro dobladas. Hallazgo del año.

5 Clarice Lispector, La Araña. Es Clarice, pálida y luminosa. El personaje de la niña que no puede encontrar su lugar en el mundo, que desespera al punto de arañarse las piernas, la niña que a veces asusta, a veces enternece. Sus letras demasiado desgarradoras, demasiado pesadas en esta novela que ni muy muy ni tan tan pero es Lispector y siempre es bueno pasar por su mundo y detenerse a contemplar lo que ella ve desde sus ojos sensibles.

6 Felisberto Hernández, Las Hortensias. Decir te amo al cerrar al libro. Te amo Felisberto por tanta imaginación, por dar rienda suelta a personajes inverosímiles y a la vez queribles, tiernos, amorosos. Que obsesionarse por una muñeca sea la trama de tu libro y que me guste horrores, que cada oración me estire los labios en una sonrisa. Otro uruguayo en mi corazón.

7 Patricia Highsmith, Pequeños Cuentos Misóginos. Simplicidad para retratarnos y encontrarnos ahí, en sus cuentos de pocas páginas, locas hasta el hartzago, pero irremediablemente nosotras.

8 Roberto Bolaño, Los perros románticos. Letras sueltas, ideas para cuentos, poesías, desorden. Bolaño es Bolaño y qué grande es el mundo de su literatura. Bello libro para la mesa de luz, para recurrir a él y encontrarlo, diciendo cosas como: Te regalaré un abismo. El chileno como poeta en todo su esplendor.

9 Simone De Beauvoir, La mujer rota. Soy cruda y me la banco en el siglo XX. Soy mujer y te cuento cada una de mis miserias, porque estoy rota, porque soy indiscreta, porque soy Simone De Beauvoir y nací para romper los moldes franceses y mundiales explicandote que el mundo femenino puede ser fuerte y puede, claro que sí, desarmarte. Leerla es admirarla con el alma.

10 Carlos Gomero, Un yuppie en la columna del Che Guevara. El último libro de la trilogía de Gamerro (primero con Las Islas, después con Los Bustos de Eva) es una tremenda novela sobre la vida de un hombre burgués que se anudó la corbata en los noventa pero que tiene un pasado movido en el que no se reconoce, en el que la selva era su hábitat y la revolución su meta. Una historia tan atrapante escrita tan pero tan bien que me dan ganas de ir a besar a Gamerro en la boca y decirle, te zarpaste, y eso que no leí Las islas.

11 Fabían Casas, Los lemmings y otros. Boedo se desprende de cada cuento de este libro donde Casas habla de su infancia, su pubertad, su adolescencia y hasta su adultez. Un libro bien criollo, un lenguaje puro y duro, una forma de contar las cosas y unas cosas que contar que merecen ser leídas. Un escritor sin rollos, que te la bate así, porque así pasó y que logra una simpleza y una ternura que me derriten entera.

12 Patti Smith, Éramos unos niños. La magia de los setenta en ella, la artista más versátil, más terrenal, más sensible o una de las más, del universo neoyorquino por esas épocas. Cada párrafo es memorable, sus alusiones, sus influencias, sus amistades y su amor Bob que atraviesa el libro de principio a fin son un trozo de inspiración para cualquiera. Ser como ella, desearlo y suspirar y pensar en algún futuro, y ponerme a transcribir citas en un cuaderno después de terminar de leerla. Bravo Patti Smith.

13 Nick Hornby, Cómo ser buenos. La historia la cuenta una mujer, pero la escribe un hombre, y una se pregunta cómo puede ser que parezca siempre ella, la mujer con el corazón abierto, la mujer herida, la que escribe esas páginas. Hornby tiene un don y leerlo es acercarse un poco al planeta reducido de la clase media inglesa, pero vaya planeta, y ver cómo allá, tan lejos nuestro, existen personas tan parecidas a nosotras. Magistral novela del existencialismo de los seres humanos que plaf, te clava un puñal en el estómago. Somos así y Horny sabe muy bien cómo contarlo.

14 Juan José Saer, Nadie, nada, nunca.
Hijo de re mil puta, pensaba mientras leía cada frase de este libro. Llegué a decir No, no en voz alta en un viaje en colectivo. Todo lo que uno ve, puede ser escrito, todo lo que pensás que no, también. La historia en un pueblo que se derrite en febrero, el mes irreal, en la pluma de un tipo que sabe describir hasta como rompen las gotas de lluvia contra el suelo. Realmente, me emocioné con tanto talento en sus páginas. Quiero más Saer en mi vida.

15 Los números 2 y 3 de la revista Orsai. Ya hablé sobre esta maravilla el mes pasado, ya no puedo agregar más nada. Sólo pedir que por dios, alguien me haga el favor de leerla. Van a adorarla, van a crecer, van a querer viajar conmigo a Sant Celoni a comer una pizza de Comequechu y a tomar un vino con Chiri y Hernán, sus geniales editores.

5 comentarios:

SOWIE ♥ dijo...

Que bueno esto!!! Ya me anoté algunos.. Para cuándo las reseñas en alguna revista o diario?? Me coparon. Quiero mas!

Sarabarabá dijo...

Al carajo, dejo todo lo que estoy haciendo y me pongo a leer YA.
Inspiras bella mía, inspiras!

Princesa haragana dijo...

gracias a vos leí Orsai y te amo por eso, como tb. te amo por por ir a escuchar al genio de Fabian Casas juntas, un escritor "pulenta" y volverme loca con sus Lemmings y otros y querer tomar tarasa con él, con vos, con gente que "no esta bien", como tb. te amo por Agosto, On the road, las obras de teatro, las películas, las bandas, tu círculo de gente copada.... en fin por todo lo que hacemos juntas!!

Makuni dijo...

Tomemos tarasa juntas y sigamos amándonos así, con los cables sueltos, hasta el fin del mundo. Eu te amo tambein haragana :)

álex dijo...

coincido en algunas lecturas! te recomiendo de caicedo, mi cuerpo es una celda (ed. norma), te va a gustar; por supuesto todo lo que diga coetzee, también; si te gustó cómo ser buenos, de hornby, léelo más, ve la peli hi fidelity (igual ya la viste) y escucha el disco que grabó con ben flods; y bueno, no sigo, pero tomo buenas notas de tu post... bye, bye, y más felices lecturas!