sábado, 25 de junio de 2011

Que sí, que sí

En Buenos Aires la conocí pero nunca hablé más de 10 minutos. Era la amiga de Chascomús de mi amiga. Una vez le dije: sos igual a Susú Pecoraro y me dijo que después de ese día todo el mundo empezó a decirle lo mismo. Cuando me fui a vivir a Madrid me enteré por mi amiga que la chica de Chascomús parecida a Susú Pecoraro se iba a vivir a Barcelona un tiempo, a cambiar de aires, total, acá no hay nada que me ate, parece que dijo, encima tengo nacionalidad española. Y aproveché un puente del verano europeo para viajar a la ciudad catalana y le hablé por chat y me dijo: venite a casa. Y fui. Caí con la mochila, desensillé y me quedé viviendo unos días: caminamos por el paseo de Gracia a la salida de su trabajo y me acuerdo que le dije: no te olvides nunca que pasás todos los días, más de una vez, por la puerta de la Casa Batlló, fuimos a la Barceloneta de noche, comimos burritos, tomamos un algo en La Cafetera, hablamos de Dostoievsky en la terraza de su casa cerca del metro Marina, hablamos de hemoficción, la extraña corriente de teatro que estaba experimentando, hablamos de cine, de música, de amor. Y un día, cuando el calor pegoteaba nuestra ropa al cuerpo, paseando por la calle, me dijo: ¿Y si nos cortamos el pelo? Dale, le dije, me encantó. Y yo, que tenía el pelo por el culo, salí de la peluquería con un corte por debajo de las orejas. Ella igual, un poco más moderno. Y nos pusimos una flor rosa al costado. No necesitamos confirmar después de mi estadía que lo que había entre nosotras era una clara conexión de nuestras almas. Cuando vino ella a Madrid, también paró en mi casa y un día mientras me cambiaba en mi cuarto, con toda la naturalidad del mundo me dijo con ese tono agudo que la caracteriza: Sos muy cogible vos. Y yo estallé de la risa, doblándome en dos, pensando que la chica de Chascomús no tiene ni un filtro y qué copada es la chica de Chascomús. Paseamos por los parques más verdes de la ciudad, fuimos a la Casa Encendida, tomamos unas cañas en Lavapiés y sin pensarlo dos veces entramos a una cabina de fotos dentro del metro. Pusimos los labios en trompa, click, y guardamos la fotito en nuestras billeteras. Luego, subimos al bus con destino a Toledo, pasamos el día, planeamos viajes por Europa y luego, nos despedimos. Cada una se quedaba con la certeza de que a la vuelta, en Buenos Aires, íbamos a reencontrarnos. Y primero llegué yo. Después de unos meses, ella. Y era como tener una parte de España muy viva en mis difíciles días porteños: daba dos besos cuando saludaba, coño decía, decía mogollón y lanzaba un vale cada tres palabras. Nos pasamos noches enteras hablando de allá, pensando en qué carajo pasaba con nosotras en Buenos Aires, noches de vino, humo y tarot, tratando de comprender, tratando de definir nuestro exilio y nuestro retorno, divagando con las caras serias, indignándonos con el mundo, ríendonos de las estructuras, acomodando y desacomodandonos en el sillón verde de mi departamentito de Palermo Viejo. Que sí, que sí, pensé: definitivamente esta persona pertenece a mi planeta. Que sí, que sí: Así, como ella, la chica de Chascomús parecida a Susú Pecoraro que guardo en mi billetera, así de exquisita me gusta que sea la gente que me rodea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ayy lindaa como te quiero!! pero comooooo.
La chica sin filtro de Chascomús!